¿Sabes quién es ojete?

El que cree que no necesitas un libro para defenderte de los ojetes.
Durante nuestra infancia se desarrollan algunas herramientas que nos ayudarán a navegar la vida adulta.
Cosas como la educación de dar las gracias y pedir las cosas “por favor” son básicas.

Pero ¿Qué hay de la defensa? No hay ninguna materia en la escuela que nos enseñe a defendernos de abusivos que no sólo nos agredan físicamente.

No nos enseñan a defendernos de ojetes en el trabajo, en los negocios, en nuestra propia familia!

Nadie nos enseña a defendernos de personas naturalmente agresivas y salvajes.
Lo único que nos dicen es que acudamos a una alta autoridad para que le llame la atención al salvaje.
¿Qué pasa cuando tu propia defensa sólo depende de tí?
¿Qué pasa cuando hay alguien en tu trabajo que se roba tus ideas. Que se aprovecha de tu buena disposición?
¿Y qué tal si esa alta autoridad es la abusiva?

¿Sólo los acusarás esperando que a alguien le importen tus desgracias?

En muchas ocasiones estarás por tu cuenta y millones de hombres pusilánimes sólo ven pasar a los que les arrebatan los triunfos que por derecho eran suyos.

El depredador huele al débil, al bonachón.

No se trata de que te vuelvas malvado. Eso es lo que el puñetas quiere que creas, que no es necesario que te defiendas y que todo se resuelve con buenas intenciones.

Ese puñetas pretende que te plantes frente a un tigre y te convenzas de que no te pasará nada si le dices al tigre que tú eres vegetariano.

Me repugnan los que creen que el mundo sólo se cambia con buenas intenciones.

Me cagan los débiles que rehuyen a las discusiones, a las negociaciones, a los jaloneos verbales por lo que es tuyo.

No te dejes. Haz que te crezca un par

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